13 septiembre, 2014

satélites



Un dios innecesario los hizo satélites. Mientras ellos se orbitaban el uno al otro, en sus ojos se escondía la repulsión de los polos idénticos. Vivieron pensando que eran caricias los suspiros del otro, creyendo que se besaban cuando no hacían más que mirarse a los ojos. 

Y de tanto girar sin rozarse, terminaron vomitando todas las estrellas que se prometieron.